viernes, 22 de abril de 2011

Familiares de Licandro duros con Mujica: insulto a su memoria


DURA CARTA DE FAMILIARES DE LICANDRO

MUJICA CUESTIONADO POR “insulto a la memoria” DEL GENERAL FRENTEAMPLISTA

El 30 de marzo, después de una muy larga enfermedad, murió nuestro querido “tío Toto”, el general Víctor Manuel Licandro. Desgraciadamente, además del dolor inmenso de perder a quien fuera el centro de referencia y el factor de cohesión afectivo más cálido de nuestra familia, pareciera como si con él hubiéramos perdido, también, a uno de los últimos hombres que asumieron, en el Frente Amplio, un compromiso político transparente y sin dobleces. Esta impresión ha sido reforzada por lass palbras del presidente Mujica en su audición del 31/3 en M 24.
Los que firmamos esta carta pensamos que las referencias y la utilización hecha por el  presidente de la republica de su figura implica en grado sumo la práctica de una hipocresía del juego político tradicional que es diametralmente opuesta y enemiga de la postura que  como hombre y como militante caracterizó al general Licandro.
 Para empezar Mujica recordó a Licandro como a un Quijote Militar, una imagen retórica que no necesitamos  analizar aquí para entender que, en lenguaje político vulgar, denomina al idealista que lucha contra molinos de viento, es decir al hombre honesto y bien intencionado que se maneja, sin embargo en esferas mas bien utópicas.
En su discurso de 20 minutos, Mujica le adjudicó un poder enorme y decisivo al aparato militar.
Describió a las Fuerzas Armadas como una institución poderosa, y al parecer autónoma, cuyas decisiones “ pueden hacer de puerta o de sepultureros de una sociedad”. Es decir que las Fuerzas Armadas serían una especie de aduana o peaje por el que es necesario o inevitable pasar si uno quiere entrar o seguir en democracia, y con el que conviene estar en buenas relaciones. También habló “ de ganar para la democracia “ a esa fuerza, es decir de un trabajo político de persuasión y negociación que es necesario hacer para que ellas sean fieles  a los poderes del Estado. Sin embargo, no se refirió nunca ala fidelidad de las Fuerzas Armadas al Poder Ejecutivo, ni mencionó en ningún momento la subordinación que las mismas deben tener por mandato constitucional al presidente de la Republica, ni su propia responsabilidad como comandante en jefe de dichas fuerzas. 


Paradójicamente repitió lo que ha afirmado otras veces: que las Fuerzas Armadas de hoy no son las de ayer.
Pues bien, es ampliamente conocido que el general Licandro opinaba lo opuesto. Para empezar que las Fuerzas Armadas debían ser depuradas de elementos criminales y su organización democratizada. Para él era  impensable que los oficiales responsables de delitos de lesa humanidad continuaran ocupando puestos en esas filas. Licandro opinaba, también, que buen parte de la oficialidad superior actual continuaba profesando la doctrina de la seguridad nacional, doctrina que unió ideológicamente a las dictaduras del Cono Sur en el Plan Cóndor. Es más el aseguraba que las nuevas generaciones de oficiales continuaban siendo educadas en esas ideas.
Por lo tanto, par él existía una clara continuidad entre la s Fuerzas Armadas de hoy y las de ayer. A su entender, esas Fuerzas Armadas de hoy habían demostrado una y otra vez no estar dispuestas a colaborar con el gobierno democrático, y mucho menos con la  dilucidación de los crímenes que sus integrantes habían cometido durante la dictadura. Opinaba que las Fuerzas Armadas no podían continuar siendo un poder autónomo dentro del Estado- con actividades y relaciones acerca de las cuales no se consideraban  obligadas a informar al gobierno-, que su número de efectivos continuaba sobredimensionado y que no debían ser persuadidas de nada sino acatar total y completamente a los poderes del Estado. En una entrevista publicada por el semanario Brecha el  12/10/10 expresó : “En un gobierno del FA ( las Fuerzas Armadas) deben estar subordinadas al gobierno y no precisan ningún acercamiento sino cumplir con la Constitución y las leyes”


Licandro dejó todos estos análisis e ideas asentados en documentos que han circulado ampliamente.
Por si esto fuera poco, Mujica  visitó a Licandro poco antes de asumir la presidencia y se informó personalmente acerca de sus puntos de vista con respecto a diferentes temas, pero muy especialmente al tema militar. Es evidente, entonces, que el presidente no desconoce en absoluto cuál era su pensamiento. Decir que “ la libertad posible necesita honda fidelidad de los brazos armados  que se expresan en el Estado. Y esto es una verdad evidente, y estas son de las lecciones más profundas que nos deja la trayectoria y la vida de un general como Licandro “ es una reducción que abstrae, simplifica y falsea  las ideas de >Licandro. Porque todos sabemos que el dejó lecciones mucho más concretas que ese deslavado eufemismo. Pero dado que las verdaderas ideas de Licandro no le sirven para fundamentar su propia posición frente a los militares, Mujica se ha visto obligado a deformar  su pensamiento, ocultándolo tras un lugar común.
Lo más doloroso y lo más lamentable fue que el  presidente hiciera  esto al otro día, precisamente de su muerte . Su supuesto homenaje se volvió así una afrenta soberbia e inescrupulosa a su memoria. Juntar el homenaje, el saludo al compañero muerto, con la utilización de su prestigio para sumar rédito político a la posición particular de Mujica frente a las Fuerza Armadas  nos parece algo que sobrepasa todo calificativo.
Consideramos esta maniobra  un insulto a u memoria, a sus familiares y a todos los frenteamplistas que respetaron la lucidez y la entereza moral del general Licandro.
JOSÉ LUIS LICANDRO
SERGIO ALTESOR LICANDRO
JUAN PABLO LICANDRO
BRECHA 20-4-11 - postaporteñ@ nº 536 - 2011-04-21


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Ricardo