Asco, vergüenza y tristeza
¡Y pensar que nos habríamos dejado matar por el Ñato!
Cuando los rehenes, los "viejos", volvieron de los cuarteles al Penal de Libertad, decenas de los hombres más endurecidos de nuestro país, los que habían soportado los peores tormentos por sus ideales de justicia, los que habían traspasado en la barca de Caronte el crisol de la muerte, se pusieron de pie y los aplaudieron desafiando a los verdugos. Y entre los "viejos" estabas vos, Ñato...
Ricardo Ferré
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